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Por Walter Celina - 30 de Septiembre 2015
EL PAPA FRANCISCO EN LA ONU


HACIA UNA CONCIENCIA POR EL BIEN

Desde la conclusión de la “guerra fría” por la aparición de nuevos fenómenos económicos y políticos una escalada de guerras focales, apadrinadas por formas groseras de intervencionismo, corroen la vida de la humanidad. Millones de personas emigran desesperadas, enfermas, mutiladas, sin promesa de trabajo. Las anima la ilusión de que algo mejor suceda y no ocurre.
No me referiré a los “por qué”, que es un asunto bien importante. Cardinal.

Me ha parecido de oportunidad reflexionar sobre la gravitación que pueden alcanzar en la conciencia pública recientes manifestaciones del Papa Francisco -un vecino del Río de la Plata-, que han tenido la inusitada propiedad de alentar sentimientos solidarios. Sus palabras sensatas impactaron en Cuba y en Estados Unidos -hacia donde dirigiera sus pasos-, así como en buena parte de la humanidad.
Tomaré párrafos de su discurso en la sede de Naciones Unidas. Lo haré con la libertad de quien no profesa credo religioso alguno y, en consecuencia, carece de toda motivación para ensalzar al sacerdote principal de iglesia de Roma.

Consigno que en esta especie de descalabro universal al que se asiste no hay potencia, ni bloque internacional, ni movimiento que suponga un dique de contención a la barbarie que retrograda al hombre. Tampoco existen liderazgos personales a la altura de las circunstancias.
Para que se forme una valla que salvaguarde los intereses colectivos, la unión social debe partir de un estado de conciencia. El más amplio posible. Que cohesione a los hombres y mujeres de buena voluntad.
El Papa Francisco no es un revolucionario. No aboga por suprimir la forma socio-económica del capitalismo que, una y otra vez, crea la “vía crucis” en que se está. Ha dado a conocer su opinión y la ha acompañado con un gesto de mano amiga con los que más padecen.

¿Cambia esto algo? No y sí.
No, porque carece del poder para hacer real, en lo inmediato, la supresión de la humillación que unos pocos infligen a los más de la tierra.
Sí, porque la amplificación de su palabra contribuye a la primera etapa de la generación de un cambio. Contribuye a un estado de conciencia común. Apuntala la reivindicación contra lo injusto, lo doloroso, lo terrible. Saber quién se es hace que cada individuo pierda la condición de mero objeto.

¿QUÉ HAN HECHO LAS NACIONES UNIDAS?

El Papa Francisco indicó como logros de las Naciones Unidas “la codificación y el desarrollo del derecho internacional, la construcción de la normativa internacional de derechos humanos, el perfeccionamiento del derecho humanitario, la solución de muchos conflictos y operaciones de paz y reconciliación, y tantos otros logros…” Sin embargo, “estas realizaciones son luces que contrastan con la oscuridad del desorden causado por las ambiciones descontroladas y por los egoísmos colectivos”.

NECESIDAD DE MAYOR EQUIDAD

Incitando a un sistema de “mayor equidad” llamó a los cuerpos de más alta capacidad ejecutiva, como el Consejo de Seguridad, los organismos financieros y otros grupos o mecanismos formulados para entender en crisis económicas “a limitar todo tipo de abuso o usura, sobre todo con los países en vías de desarrollo”.

Ha recordado que “los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo sostenible de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”.

NO PASAR POR ARRIBA PERSONAS NI ESTADOS

El Papa sostuvo -siguiendo el compromiso implícito en la Carta de la ONU- que “la limitación del poder es una idea implícita en el concepto de derecho. Dar a cada uno lo suyo, siguiendo la definición clásica de justicia, significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales”.

Afirmó que existe un verdadero “derecho del ambiente”. Aseguró que “los seres humanos somos parte del ambiente”, lo que comporta límites éticos”. Reputó que “cualquier daño al ambiente, por tanto, es un daño a la humanidad”. Agregó que “cada una de las creaturas, especialmente las vivientes, tiene un valor en sí misma, de existencia, de vida, de belleza y de interdependencia con las demás”.

LA CULTURA DEL DESCARTE

De ahí que “el abuso y la destrucción del ambiente” está acompañado “por un imparable proceso de exclusión”. Ha declarado que “la exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un gravísimo atentado a los derechos humanos y al ambiente. Los más pobres son los que más sufren estos atentados por un triple grave motivo: son descartados por la sociedad, son al mismo tiempo obligados a vivir del descarte y deben injustamente sufrir las consecuencias del abuso del ambiente. Estos fenómenos conforman hoy la tan difundida e inconscientemente consolidada “cultura del descarte.”

GUERRAS, PELIGRO ATÓMICO, NARCOTRÁFICO

Los siguientes extractos del discurso papal ponen el acento en cuestiones de urgente resolución:

-“La guerra es la negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente. Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para todos, se debe continuar incansablemente con la tarea de evitar la guerra entre las naciones y los pueblos.”

-“Si se respeta y aplica la Carta de las Naciones Unidas con transparencia y sinceridad, sin segundas intenciones, como un punto de referencia obligatorio de justicia y no como un instrumento para disfrazar intenciones espurias, se alcanzan resultados de paz.”
-“Hay que empeñarse por un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente el Tratado de no proliferación, en la letra y en el espíritu, hacia una total prohibición de estos instrumentos.”

-“Otra clase de guerra es la que viven muchas de nuestras sociedades con el fenómeno del narcotráfico. Una guerra “asumida” y pobremente combatida. El narcotráfico por su propia dinámica va acompañado de la trata de personas, del lavado de activos, del tráfico de armas, de la explotación infantil y de otras formas de corrupción.”

El desafío está planteado.