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Por Walter Celina - 26 de Febrero 2016
AVE FÉNIX XXII - F.G.L.: SUS AMORES - PARTE 2


UNA TRILOGÍA SURREALISTA

En 1924 los cenáculos madrileños debatían acerca de la corriente surrealista. Venía de allende los Pirineos (Montes de la luna) que separan España de Francia. En 1925 se conoció el Manifiesto Surrealista, suscrito por el galo Andrés Bretón: “Sueño y realidad se fusionan en una realidad absoluta, una surrealidad.”
La mítica Residencia Estudiantil dio albergue al memorable terceto integrado por Luis Buñuel, que llegó en 1917, Federico que se incorporó en 1919 y Salvador Dalí que ingresó en 1922.

Eran tres irreverentes iconoclastas, heridos y unidos por la removedora idea bretoniana. Ejercían hacia el exterior y contra sí mismos críticas punzantes. También, estímulos y apoyos.
Así nació la gran amistad entre F.G.L. y Dalí. Y de ambos con Buñuel.
En la semana cristiana de 1925 F.G.L. fue recibido por la familia de Salvador. Allí conoció a la hermana. Su belleza lo deslumbraría. No menos el pueblo de pescadores de Cadaqués. En medio de elogios allí leyó, en privado y en público, Mariana Pineda. Asombró al pintor, de quien recibió enseñanzas pictóricas. Amistad intensa, próxima al contacto físico, que Dalí no habría admitido por su condición reivindicada de heterosexual.

De este embrujo inspirador surge la Oda a Salvador Dalí. -“¡Ah, mi oda, escrita por el único genio de nuestro tiempo!”, escribió el catalán.
La tipografía de la Revista de Occidente consignaba a Federico como su novel y consistente expositor.
En tanto Buñuel y Dalí, entre juegos y proyectos, imprimieron en la nueva tendencia El Perro Andaluz (Le Chien Andalou). Sobrepasaban su tiempo y escandalizaron. Pero quedaron en la historia del nuevo cine. Un filme de un surrealismo electrizante.
Según su pertinaz costumbre, el dúo había lanzado algunas puyas hacia Juan Ramón Jiménez y otros. García Lorca interpretó que lo de “perro andaluz” pudo ir contra él, que era de esta provincia.

No era de extrañar e interrumpió los lazos con sus cofrades.
Años después, Luis Buñuel aclararía que la denominación fue tan caprichosa como otros posibles nombres barajados. Definió la película como “un cortometraje de dos rollos en el que no hay ni perros ni andaluces”, señalando que estaba impregnada de “un inconsciente, automatismo psíquico, capaz de devolver a la mente su función real, fuera de todo control ejercido por la razón, la moral o la estética…”
Transcurrido el tiempo Dalí, como Federico, volvieron a saludarse a la distancia, con palabras de afecto. Éste, en una crónica de 06.10.1935, aseveraría que no había olvidado “dos nombres tan admirables” de pintores catalanes: Salvador Dalí e Isidre Nonell.

ÚLTIMO POEMA, ÚLTIMA CARTA

“Aquel joven de la Mancha/ vino, madre, y me miró./¡No lo puedo mirar yo!”
Se trata de tres versos postreros de amor. Fueron escritos al dorso de un recibo de pago de una academia, librado en mayo de 1935.
Su destinatario era el joven Juan Ramirez de Lucas, quien estaba persuadido de su vocación actoral. La autenticidad del texto fue confirmada por la pericia caligráfica de Luis Alamancos Pampín.
El País, de Madrid, en nota de Amelia Castilla, da cuenta de la investigación cumplida, en la edición del 08.07.2012.
La pareja proyectaba reunirse en México, si el mozalbete obtenía los permisos familiares. Margarita Xirgu por esos días, coincidentes con el levantamiento franquista, había consignado el pasaje que llevaría a Federico a tierra azteca.
Nada pudo ser.
Pero, Ramírez de Lucas atesoró la correspondencia de F.G.L., sus poemas y sus dibujos, legándolos antes de fallecer a una hermana, hace algunos años.

Por ironías del destino, este personaje se alistaría en la División Azul de Franco que, en apoyo de Adolf Hitler, marchó en refuerzo de la invasión a la Unión Soviética. El 7 de enero de 1942, con 40º bajo cero, las tropas rusas avanzan sobre la División Azul, no sin antes destrozar a la 290ª División de la Infantería germana, apostada al sur del gélido lago Ilmen.
Ramírez regresó herido e ingresó al diario pro nazi ABC. Hizo crítica cultural.
La última carta de F.G.L. a Ramírez está fechada 18.07.1936, motivando los estudios del hispanista Ian Gibson.