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Por Walter Celina - 25 de Noviembre 2016
TANGOCULTURA - CUQUE VUELVE AL ATAQUE


Al promediar el siglo XX el humorismo escrito tuvo una personalidad relevante: Julio E. Suárez, Peloduro (1).
Hizo escuela y, en tanto sólo la radiotelefonía se expandía hacia el gran público, Suárez insertó sus comentarios en el medio de información y entretenimiento mayor de la época.
Jorge Sclavo (Cuque) (2) desde temprano comprendió que lo suyo también era el humor y se adscribió a la línea del maestro.
El humor hablado y escrito fue su fuerte, aunque incursionó en el dibujo, la pintura, la publicidad y el teatro.
Su amor por el tango hizo que estigmatizara aquello que lo empobrecía. Hendió el estilete del humor con el dueto ¿Perdonar es Diviiino? Su primera parte es El Gran Justiciador, seguida por El Gran Perdonador. Escracha al supermacho, como veremos ahora. Después, ingresará a la tipología del que está en la antitesis. El rayo vengativo caerá sobre los malos letristas.

EL GRAN JUSTICIADOR

“No hay dos hombres iguales. Ni siquiera en el tango. Están los que perdonan y los que no perdonan. Están los que la achuran a la infiel y se llevan las trenzas y el corazón de él, y están aquellos otros que perdonan de un modo especial. Comparemos, por ejemplo, a dos hombres tan diferentes. Uno de ellos es el de Justicia Criolla, de Francisco Brancatti; el otro, el perdonero, el de Entrá Nomás, de Francisco Bastardi.
El de Justicia Criolla es un hombre de pelo en pecho y ya desde el principio confiesa toda su condición:

“Han venido a prenderme; ya estoy listo./ La cárcel para el hombre no hace mal./ Aquí me tienen; yo no me resisto,/ estoy vengado; soy un criminal.”
En la historia del tango, e ainda mais, es el único que está encantado que lo lleven en cana. “Ya estoy listo”. Se ha vestido para esperar a los botones, con los zapatitos lustrados y hasta agua florida se ha puesto. El va a la cana como quien va a un baile:
“Al fin pude vengar mis hondas penas;/ qué importa de las otras que vendrán./ Yo no he de lamentar las horas buenas;/ las malas como vienen se irán.”
El logró su propósito: vengó sus penas y ahora los demás que se arreglen. El muy irresponsable se sacó las ganas: achuró a la patrona (que es un sueño que más de uno ha tenido; de allí el éxito de este tango) y esas fueron horas buenas, no importan las horas malas que también van a pasar. El muy tarambana solo piensa en él y, si no, miren:
“Antes permitan que estampe/ un beso a mi pobre hijita,/ la que se ha quedado huerfanita/ en el seno del hogar.”
Para ir él en cana, que es lo que más le gusta en la vida (así no tiene que laburar ni preocuparse de nada), no le importa dejar a su hijita sola en el seno del hogar. ¿De qué hogar estás hablando, me querés decir, si la nena ha quedado huérfana unilateral por parte de madre y casi bilateral, con padre encanado? ¿Qué hogar?
“Venga un abrazo, mi nena,/ Quédese con la vecina;/ su padre va hasta la esquina/ y pronto ha de regresar.”
Realmente la nena tiene que ser muy piola para darle un abrazo a este inconsciente. Y la vecina… ¡ni les digo! ¡Una santa! Para hacerse cargo de esa nena que le va a salir una fortuna en psiquiatra en tal situación y, especialmente, con un padre que le miente y obliga a mentir a la vecina: ¡pobre! ¡Qué necesidad de involucrarla más todavía!, luego que por propio decreto él le encajó a la nena traumada.
“Vamos pronto, oficial, y no se asombre/ del llanto que en mis ojos usted ve./ Ya le he dicho que la cárcel es para el hombre/ y allá voy, aunque en ella moriré.”
Está loco con la idea de ir en cana. Hasta lo apura al oficial para que lo lleve… Llora de emoción y se pone melodramático (dice que se va a morir), luego hipócrita exclama:
“Es que ahora pienso en este ángel que dejo/ y mis lágrimas vierto sin querer./ Por lo demás, yo digo, mi pellejo,/ bien lo se, poco y nada ha de valer.”
Pero ¿por qué no pensó en el ángel antes? No. A él le interesaba más vengar sus hondas penas. Si hasta está orgulloso de la hazaña que se mandó, solamente para poder cantar después, un tango:
“Mañana, cuando ella, moza,/ sepa el final de la madre,/ que no crea que fue el padre/ un malvado, un criminal;/ dígale que yo la he muerto/ porque fue una libertina./ Haga el favor, mi vecina;/ vamos, señor oficial.”
El muy inconsciente ordena y libreta todo. El es regio. Pone todo en su lugar -en el lugar que a él le conviene-. Que la nena sepa que la madre fue una libertina y que él hizo muy bien en exterminarla, que la vecina cuide la nena, que el oficial lo lleve y que ¡ojo! La nena no se crea que él es un criminal porque le mató a la madre ¿Tamo?”


NOTAS

(1): Julio Emilio Suárez Sedraschi: 1909-1965.
Apunte de la Fundación Lolita Rubial: “No ha existido en el Uruguay un dibujante, historietista, ilustrador y caricaturista tan notable. Pintor, periodista, docente, humorista literario, hombre de radio. Ser polifacético, secretario de redacción -durante algunos años- de la Revista Mundo Uruguayo, funda y dirige la Revista más célebre del humor nacional: Peloduro. Dominaba con singular maestría los secretos de la historieta, el humor gráfico y la caricatura. Poseía un genial dominio tanto de la palabra como del dibujo.”

(2): Jorge Sclavo, Cuque: 1936-2013.